Meditando [libre]

Miré la iglesia por afuera. La arquitectura inglesa se alzaba majestuosa. Tanto las afueras como el interior estaban solitarios, era muy temprano y sólo los sacerdotes estarían despiertos así que tal vez conseguiría un momento para meditar lo que había pasado en los últimos meses.
Me recogí la falda junto con el abrigo y caminé hacia el interior. Afuera hacía un frío que calaba los huesos, pero en el interior todo estaba cálido.
Me quedé parada en las puertas, miré hacia todos lados. Ni una sóla alma.
Cuando comencé a caminar hacia el altar mis pasos sonaron en el piso y provocaron que un sacerdote saliera a ver quién había entrado.
Su semblante, al prncipio, pareció sorprendido, luego su cara pasó a ser una mueca de completa indiferencia.
Ya estaba de más decir que todos en Inglaterra no simpatizaban conmigo.
Me senté en uno de los bancos y me quedé viendo el cristo en el altar. Suspiré.
Otro sacerdote, con un semblante más amigable, salió y se sentó a mi lado.

-Mi Señora, es muy temprano para estar en una iglesia, a menos que busque una confesión.-

-No... estoy bien, sólo necesito pensar, padre.-

-Bien, hija mia, entonces dejaré que pienses.-

-Merci.-

Sonreí y el padre se fué.
Entonces todas las cavilaciones comenzaron a salir por mi mente. ¿Cómo había llegado a ser tan odiada por la hija del rey? O por la nación francesa, por el país que me vió crecer. Inglaterra tampoco me adoraba apesar de todos los esfuerzos que hacía por ser una buena mujer.
Me llevé ambas manos a la cara y me la cubrí toda.