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Las letras que se atreven a danzar sobre el pergamino (Libre pero conciente por favor)
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Las letras que se atreven a danzar sobre el pergamino (Libre pero conciente por favor)
No estoy aquí para embriagarme como lo haría en el pasado, no es para nadie un secreto lo que he sido, lo que he encarnado, mas no soy una alma pura que ha expiado las culpas de días pasados. Soy simplemente un poeta con unos cuantos de morlacos acumulados tanto por su trabajo como por herencias no muy vastas.
Sólo un poco de ron, acompañado con una vela, un tintero, una pluma y muchos pergaminos, un amor olvidado y las sombras del futuro incierto es lo que me coronan. No soy un buen hombre, sigo siendo un tanto misógino, nadie erradicará eso de mi, pero es que ha sido una mujer la que me mostró los días más obscuros que podrían existir… cómo no sentir rencor por ello.
Bebo un poco de mi ron, la calidad no es buena, pero no desperdiciaré dinero pagando por alguno de buena calidad, no tiene caso ya.
Con mi afilada navaja di forma a la obscura pluma que es sólo el esqueleto de lo que algún día fue, vestimenta de alguna exótica y gran ave de las que mi madre estaba enamorada… ¿qué será de ella en el otro mundo? Lo mismo que de mi padre he de suponer yo. Mojé la pluma en el tintero y dí rienda a mi imaginación.
La verdad no soy el mejor poeta, me aferro a lo satírico y a veces a lo erótico, no puedo hacer solo un poema de amor para damiselas tontas o princesas caprichosas, no escribo para satisfacer la vanidad de nadie, ni de mujeres, mucho menos de monarcas narcisistas que creen ser mejor que mi señor Dios, no por eso le escribo a él, pero reconozco su superioridad sobre nosotros los mortales, así que sólo versos para sus maravillas existentes, quizás una que otra elegía que enaltezca a alguien que si la merezca, lamento genuino sin ánimos de ser hipócrita en ningún sentido… o bien volviendo a la linda y discreta sátira que no cualquier persona comprendería.
Fueron sus labios mi lecho
Fueron sus ojos mis guías
Fue su susurro la música
Mientras mi alma se perdía.
Tuerzo los labios releyendo, no era lo que buscaba, pero esa tortuosa musa aún quiere lo suyo, como ave de rapiña viene a arrastrar mis versos y pensamientos para vestirse pomposa y aparentemente virginal doncella… es por ello que la detesto día y noche así lo hago.
Es ahora un mal recuerdo
Es por hoy mi burla eterna
Es el bufón que aún persiste
Tonta y necia damisela.
-Ahora está mejor, un juglar le pondría música picaresca… me agrada.- Río de una forma inevitable, ignorando los ojos que se posan sobre mi ser, más es imposible ignorar a quien se ha acercado y a tomado parte de mis acciones sentándose en el banquillo que me precede…
-¿Me trae usted alguna noticia?- Le cuestiono dejando la pluma sobre el mismo pergamino que trabajo.
Sólo un poco de ron, acompañado con una vela, un tintero, una pluma y muchos pergaminos, un amor olvidado y las sombras del futuro incierto es lo que me coronan. No soy un buen hombre, sigo siendo un tanto misógino, nadie erradicará eso de mi, pero es que ha sido una mujer la que me mostró los días más obscuros que podrían existir… cómo no sentir rencor por ello.
Bebo un poco de mi ron, la calidad no es buena, pero no desperdiciaré dinero pagando por alguno de buena calidad, no tiene caso ya.
Con mi afilada navaja di forma a la obscura pluma que es sólo el esqueleto de lo que algún día fue, vestimenta de alguna exótica y gran ave de las que mi madre estaba enamorada… ¿qué será de ella en el otro mundo? Lo mismo que de mi padre he de suponer yo. Mojé la pluma en el tintero y dí rienda a mi imaginación.
La verdad no soy el mejor poeta, me aferro a lo satírico y a veces a lo erótico, no puedo hacer solo un poema de amor para damiselas tontas o princesas caprichosas, no escribo para satisfacer la vanidad de nadie, ni de mujeres, mucho menos de monarcas narcisistas que creen ser mejor que mi señor Dios, no por eso le escribo a él, pero reconozco su superioridad sobre nosotros los mortales, así que sólo versos para sus maravillas existentes, quizás una que otra elegía que enaltezca a alguien que si la merezca, lamento genuino sin ánimos de ser hipócrita en ningún sentido… o bien volviendo a la linda y discreta sátira que no cualquier persona comprendería.
Fueron sus labios mi lecho
Fueron sus ojos mis guías
Fue su susurro la música
Mientras mi alma se perdía.
Tuerzo los labios releyendo, no era lo que buscaba, pero esa tortuosa musa aún quiere lo suyo, como ave de rapiña viene a arrastrar mis versos y pensamientos para vestirse pomposa y aparentemente virginal doncella… es por ello que la detesto día y noche así lo hago.
Es ahora un mal recuerdo
Es por hoy mi burla eterna
Es el bufón que aún persiste
Tonta y necia damisela.
-Ahora está mejor, un juglar le pondría música picaresca… me agrada.- Río de una forma inevitable, ignorando los ojos que se posan sobre mi ser, más es imposible ignorar a quien se ha acercado y a tomado parte de mis acciones sentándose en el banquillo que me precede…
-¿Me trae usted alguna noticia?- Le cuestiono dejando la pluma sobre el mismo pergamino que trabajo.
Gerard GautierBurguesía - Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 21/12/2010
Re: Las letras que se atreven a danzar sobre el pergamino (Libre pero conciente por favor)
Luego de salir del palacio, después de darle clase a la princesa Claudia decidí emprender camino hacía el bosque en realidad no existía nada ni nadie que me retuviera más al pueblo y mientras más pronto me fuera, más rápido estaría leyendo el libro de hechizos y preparando nuevos menjurges quien sabe, puede que decidiera encontrarle un final a la peste.
Al final, no pude recorrer el camino de siempre que me llevaría de vuelta a casa, por lo que decidí internarme en aquel lugarcillo al que suelen ir las almas infortunadas, marginadas en este caos que se ha vuelto Inglaterra. Cubrí mi cabeza con la capucha me lleve el cabello, suelto y rubio a mis espaldas no era necesario que nadie lo mirará o en todo caso me mirara a mi, bien podría tomar una de las pociones que cargaba conmigo para convertirme por un rato en un borracho violento y necio para divertirme un rato pero no lo hice.
¿Qué sorpresas hallaría ahora? Tal vez podría obtener información importante o tan solo alcanzaría a escuchar el chismorreo entre los borrachos y las prostitutas que solían venir al lugar más que un lugar habitual para ellas era su hogar aunque las tratasen como un pedazo de carne sin valor, les impresionaría como su ambición más grande es ser pretendida por alguien de la corte… o del clero.
El ambiente, siempre intestado por el aroma a licor barato y tabaco acompañado por ensordecedores risas y golpeteos de tarros al unisonó, me deslice entre un grupo de gente y me senté en una mesa cercana a una de las ventanas, entretenida con los colores de la cristalería; rojo, verde, ámbar y azul todos adornando la ventana en perfecta simetría tiritando con pequeños destellos lunares era un espectáculo hermoso que siempre podía apreciarse en este lugar inmundo, no podían admirarlo embriagados en tristeza y licor, no podían.
Algo llamo mi atención, el tenue pero insistente brillo de algún artilugio que contrastaba con la danza de los pequeños cristales de la ventana, gire el rostro solo para encontrarme con el causante de tal distracción un hombre clavaba el filo de su navaja en la barra gastada de madera y tenia la mirada distante, ausente como si estuviera inmerso en sus propias ideas y no le importará el mundo, luego volvía, movía aun más la navaja y volvía a ausentarse. Un espectáculo aun más interesante que el de la ventana.
Decidida me levante de la silla y acercarme a el, tan atrayente y misterioso, desconocido y a la vez tan familiar. Tome asiento en el banquillo que estaba a su costado, enseguida abrió los labios y unas cuantas palabras adornaron su voz.
-Eso depende de lo que desee escuchar afable señor.
Esperaba a alguien, de eso no había duda pero yo ya estaba ahí, sentada en el lugar que debería ser de otra persona y no mío.
Al final, no pude recorrer el camino de siempre que me llevaría de vuelta a casa, por lo que decidí internarme en aquel lugarcillo al que suelen ir las almas infortunadas, marginadas en este caos que se ha vuelto Inglaterra. Cubrí mi cabeza con la capucha me lleve el cabello, suelto y rubio a mis espaldas no era necesario que nadie lo mirará o en todo caso me mirara a mi, bien podría tomar una de las pociones que cargaba conmigo para convertirme por un rato en un borracho violento y necio para divertirme un rato pero no lo hice.
¿Qué sorpresas hallaría ahora? Tal vez podría obtener información importante o tan solo alcanzaría a escuchar el chismorreo entre los borrachos y las prostitutas que solían venir al lugar más que un lugar habitual para ellas era su hogar aunque las tratasen como un pedazo de carne sin valor, les impresionaría como su ambición más grande es ser pretendida por alguien de la corte… o del clero.
El ambiente, siempre intestado por el aroma a licor barato y tabaco acompañado por ensordecedores risas y golpeteos de tarros al unisonó, me deslice entre un grupo de gente y me senté en una mesa cercana a una de las ventanas, entretenida con los colores de la cristalería; rojo, verde, ámbar y azul todos adornando la ventana en perfecta simetría tiritando con pequeños destellos lunares era un espectáculo hermoso que siempre podía apreciarse en este lugar inmundo, no podían admirarlo embriagados en tristeza y licor, no podían.
Algo llamo mi atención, el tenue pero insistente brillo de algún artilugio que contrastaba con la danza de los pequeños cristales de la ventana, gire el rostro solo para encontrarme con el causante de tal distracción un hombre clavaba el filo de su navaja en la barra gastada de madera y tenia la mirada distante, ausente como si estuviera inmerso en sus propias ideas y no le importará el mundo, luego volvía, movía aun más la navaja y volvía a ausentarse. Un espectáculo aun más interesante que el de la ventana.
Decidida me levante de la silla y acercarme a el, tan atrayente y misterioso, desconocido y a la vez tan familiar. Tome asiento en el banquillo que estaba a su costado, enseguida abrió los labios y unas cuantas palabras adornaron su voz.
-Eso depende de lo que desee escuchar afable señor.
Esperaba a alguien, de eso no había duda pero yo ya estaba ahí, sentada en el lugar que debería ser de otra persona y no mío.
Re: Las letras que se atreven a danzar sobre el pergamino (Libre pero conciente por favor)
Rebusqué en la penumbra de su manto y de la propia habitación, no era quien yo que era, tal vez había cometido una enorme indiscreción al tratarla con familiaridad. Su voz era suave, sin rayar en lo meloso, pero sí angelical, su rostro era un misterio, pero con la luz de la poderosa luna que lograba colarse por los cristales y mi insignificante vela, pude notar esos azules iris, penetrantes e imponentes, y el perfil de una nariz fina y graciosa, no que cause gracia, como diría mi mejor amigo, más bien que es grácil, seguro la dama posee enorme belleza, pero, qué hacía ahí, no era el lugar propicio para alguien como ella, a menos que sean sus primeros días en el oficio más viejo del mundo. Esos pensamientos me entristecieron, pero no lo demostré, pues quizás me equivocaba, pero en mi cabeza no se armaban más conjeturas que la dicha.
Titubeé antes de responder, pues es obvio que la doncella no sabe a qué me refería.
-Pensé que era alguien más, pero si me quiere decir algo soy todo oídos.- Mostré una sonrisa torcida, muy característica de mi persona, y aguardé un par de segundos antes de proseguir.- No sé entonces que razones tiene usted para estar en este lugar si no es para contar noticias sobre el reino, no hay nada saludable en este lugar para una jovencita de…- Miré una de sus manos, de lozana y clara piel.- Unos quince años a penas.-Alcé una ceja y dejé mis cosas a un lado para cruzarme de brazos sin quitarle los ojos de encima.
-Sin ánimos de ofender, creo que podrías encontrar mejor provechar en la corte inglesa que en un agujero como este, como lo dice el letrero de la entrada, lo es.-Quizás tenía alguna deficiencia física que ocultaba bajo ese manto, y es por ello que se desliza en tan pueril panorama.- ¿Alemana o austriaca? Ya no diferencio bien el acento…- Yo siendo francés trato de ocultar mi acento, estas tierras no son amigas de mi patria, por ello mi acento podría parecerse a una mezcla del de ella y un inglés muy forzado, pero sin duda, ella venía de tierras germanas.
-¿Quieres algo de beber?- Pregunté sin más dejando la pose rígida en la cual me encontraba.
Titubeé antes de responder, pues es obvio que la doncella no sabe a qué me refería.
-Pensé que era alguien más, pero si me quiere decir algo soy todo oídos.- Mostré una sonrisa torcida, muy característica de mi persona, y aguardé un par de segundos antes de proseguir.- No sé entonces que razones tiene usted para estar en este lugar si no es para contar noticias sobre el reino, no hay nada saludable en este lugar para una jovencita de…- Miré una de sus manos, de lozana y clara piel.- Unos quince años a penas.-Alcé una ceja y dejé mis cosas a un lado para cruzarme de brazos sin quitarle los ojos de encima.
-Sin ánimos de ofender, creo que podrías encontrar mejor provechar en la corte inglesa que en un agujero como este, como lo dice el letrero de la entrada, lo es.-Quizás tenía alguna deficiencia física que ocultaba bajo ese manto, y es por ello que se desliza en tan pueril panorama.- ¿Alemana o austriaca? Ya no diferencio bien el acento…- Yo siendo francés trato de ocultar mi acento, estas tierras no son amigas de mi patria, por ello mi acento podría parecerse a una mezcla del de ella y un inglés muy forzado, pero sin duda, ella venía de tierras germanas.
-¿Quieres algo de beber?- Pregunté sin más dejando la pose rígida en la cual me encontraba.
Gerard GautierBurguesía - Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 21/12/2010
Re: Las letras que se atreven a danzar sobre el pergamino (Libre pero conciente por favor)
La primera impresión siempre es importante, es la imagen que se quedará con la persona que te vea por un largo tiempo hasta que vuelva a verte a mi a veces me tenia sin cuidado pero ya me imaginaba que ideas danzaban por la mente de aquel hombre cuando me vio en la taberna, cubierta de pies a cabeza. Tomo mi mano con sutileza y la inspecciono, como si tratara encontrar algo en mi piel, un indicio de lo que se escondía detrás del manto, después hablo dejando en el aire un numero que no era siquiera aproximado al que realmente representaba mi edad; 15 cortos y vivarachos años fue lo que aposto me atrevía a decir que quizá en la blanquecina piel de mi mano si se veía tal cantidad de años.
-Conozco demasiados secretos de la corte caballero- levante las dos manos hasta llevarlas a la capucha, creí que si me miraban charlando con él a nadie le importaría que no la tuviera puesta, me la quite con delicadeza hasta que reposaba en mi espalda –Puede que ya me haya cansado de estar ahí y busque secretos en otros lares de Londres, os digo con franqueza que no importa el lugar en el que me encuentre solo lo que pueda observar de el- curve los labios y le sonreí –Pero si es tanto el afán por descubrir que me trajo aquí Monsieur- gire la vista hasta que tuviera ante mis ojos la ventana que observaba segundos atrás –Puede parecer una pequeñez pero ver los destellos de la luna oscilando en los colores de aquel cristal es algo maravilloso y es algo que solo he observado aquí- devolví la mirada a mi compañero –Esta claro que ellos no pueden admirarlo.
Aquellos colores danzando en la atmosfera tan burda de aquella taberna me hacían pensar en Londres, en lo diferente que era dependiendo el suelo en el que estuvieras, allá en el palacio todo era ostentosidad y grandeza sin embargo, detrás de aquellas paredes altas existía un mundo completamente diferente y no dejaba de perder su encanto.
-Alemana- si, gran parte de mi vida la había pasado en Alemania aunque también podría decirse que era de los bosques más gélidos de Finlandia, de las costas Francesas o quien sabe cuantos lugares ya había visto en realidad, no sabía siquiera donde había nacido y aquel sauce tan viejo del que nacen todas las brujas no tiene un lugar fijo –Me atrevería a decir que usted caballero es francés- aunque su acento no fuese tan marcado, la delicadeza en sus pequeños movimientos lo delataba.
-Le agradezco la invitación Monsieur, puede que acepte y pida una copa de ron.
-Conozco demasiados secretos de la corte caballero- levante las dos manos hasta llevarlas a la capucha, creí que si me miraban charlando con él a nadie le importaría que no la tuviera puesta, me la quite con delicadeza hasta que reposaba en mi espalda –Puede que ya me haya cansado de estar ahí y busque secretos en otros lares de Londres, os digo con franqueza que no importa el lugar en el que me encuentre solo lo que pueda observar de el- curve los labios y le sonreí –Pero si es tanto el afán por descubrir que me trajo aquí Monsieur- gire la vista hasta que tuviera ante mis ojos la ventana que observaba segundos atrás –Puede parecer una pequeñez pero ver los destellos de la luna oscilando en los colores de aquel cristal es algo maravilloso y es algo que solo he observado aquí- devolví la mirada a mi compañero –Esta claro que ellos no pueden admirarlo.
Aquellos colores danzando en la atmosfera tan burda de aquella taberna me hacían pensar en Londres, en lo diferente que era dependiendo el suelo en el que estuvieras, allá en el palacio todo era ostentosidad y grandeza sin embargo, detrás de aquellas paredes altas existía un mundo completamente diferente y no dejaba de perder su encanto.
-Alemana- si, gran parte de mi vida la había pasado en Alemania aunque también podría decirse que era de los bosques más gélidos de Finlandia, de las costas Francesas o quien sabe cuantos lugares ya había visto en realidad, no sabía siquiera donde había nacido y aquel sauce tan viejo del que nacen todas las brujas no tiene un lugar fijo –Me atrevería a decir que usted caballero es francés- aunque su acento no fuese tan marcado, la delicadeza en sus pequeños movimientos lo delataba.
-Le agradezco la invitación Monsieur, puede que acepte y pida una copa de ron.
Re: Las letras que se atreven a danzar sobre el pergamino (Libre pero conciente por favor)
La joven dama frente a mi realmente era algo extraña, la manera en que se comporta, pero más por la forma en la cual se expresa, el ver los cristales, ese viejo y algo sucio vitral que solo forma una figura no definida... esta mujercita en verdad no era como las otras que anda por el agujero, o bien estaba un tanto loca.
Cuando ella misma mostró su rostro y su lacia, rubia y limpia cabellera, me quedaron claras dos cosas, no era una loca, no del todo, y no pertenecía a la clase que frecuentaba estos lares, pareciera más bien una niña noble que escapa del yugo de su familia, que historia más común y romántica pareciera... que tontería, seguro solo era la rebeldía, me gusta especular, pero más me gusta equivocarme en las historias que se crean en mi cabeza.
-Oui... pero no le digas nadie.- Respondí refiriéndome a mi reino.
Alcá la mano a la dama pelirroja que servia.
-Traiga un ron a la mesa, esta vez que sea de buena calidad.- Le dije en voz alta, y luego volví{i a la damisela de claros cabellos.
-Entonces si sabes tanto de la familia real creo que tendremos mucho de que hablar.- Es para mí primordial el no descubrir mis intenciones no muy buenas, sólo demostraba curiosidad como cualquier extranjero recién llegado..- Ambos pertenecemos a otras tierras, es incesante saber a quien podré servir si permanezco en este magistral reino, lo único que he oído es que la reina es una mujer hermosa, y que viene de donde yo vengo, pero como estuve lejos de mi hogar no conozco la historia.... Pero para eso habrá tiempo.. y claro, lo hablaremos si es que tú tienes ánimo.
Justo al terminar mi última palabra se acercó la tabernera y depositó una baso un tanto opaco y una botella de ron.
-Gracias Helga.
Cuando ella misma mostró su rostro y su lacia, rubia y limpia cabellera, me quedaron claras dos cosas, no era una loca, no del todo, y no pertenecía a la clase que frecuentaba estos lares, pareciera más bien una niña noble que escapa del yugo de su familia, que historia más común y romántica pareciera... que tontería, seguro solo era la rebeldía, me gusta especular, pero más me gusta equivocarme en las historias que se crean en mi cabeza.
-Oui... pero no le digas nadie.- Respondí refiriéndome a mi reino.
Alcá la mano a la dama pelirroja que servia.
-Traiga un ron a la mesa, esta vez que sea de buena calidad.- Le dije en voz alta, y luego volví{i a la damisela de claros cabellos.
-Entonces si sabes tanto de la familia real creo que tendremos mucho de que hablar.- Es para mí primordial el no descubrir mis intenciones no muy buenas, sólo demostraba curiosidad como cualquier extranjero recién llegado..- Ambos pertenecemos a otras tierras, es incesante saber a quien podré servir si permanezco en este magistral reino, lo único que he oído es que la reina es una mujer hermosa, y que viene de donde yo vengo, pero como estuve lejos de mi hogar no conozco la historia.... Pero para eso habrá tiempo.. y claro, lo hablaremos si es que tú tienes ánimo.
Justo al terminar mi última palabra se acercó la tabernera y depositó una baso un tanto opaco y una botella de ron.
-Gracias Helga.
Gerard GautierBurguesía - Mensajes : 37
Fecha de inscripción : 21/12/2010
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