Firework [Libre]

El cielo se va despejando, el sol advierte con brillar en lo alto, pareciera que se esconde detrás de las montañas escarchadas, ansioso por alzarse. Yo me levanto de la cama con el sabor del te de jengibre que tome la noche anterior, recordando la sensación cálida que provoca pasar el liquido ámbar por la garganta; hoy hacía más frio que de costumbre por lo que tome una manta para cubrirme y acercarme a la ventana, antes de asomarme para echarle un vistazo al gélido paisaje revisé la vasija que contenía el te aun quedaba un poco, el suficiente para una taza aunque estaba frio.

Deshice las largas trenzas que recogían mi cabello y lo deje caer a lo largo de mi espalda. Necesitaría leña tan solo para calentar una taza de te ¿valía la pena? Sinceramente lo único que deseaba era salir y sentir el frio abrasador en mis mejillas; que mujer tan caprichosa.

Aún vistiendo la camisola de dormir, despojada del incomodo corsé que es obligatorio portar salí de la pequeña cabaña podía tener riqueza, lujos y ostentosidad sin embargo había decidido perderme en el bosque después de todo no había nada que me hiciera mas feliz que esto; el paisaje boscoso. Había dejado el hacha clavada en los restos de lo que fue un árbol, tome el mango de esta e intente zafarle de la madera. Mientras lo hacía rondaban un sinfín de recuerdos por mi memoria, el dulce aroma de las rosas italianas, el color de las uvas en las campiñas francesas… la tórrida lluvia que acongojará eternamente a Londres lo único que deseaba en el mundo era ser libre, por primera vez en la vida sentirme una con el viento, con la vida que fluía en mis venas sin duda mi parte humana, esta carcasa que contiene mi alma me hace acreedora de deseos ilusos e irreales.

Alguna vez leí en un libro que decía: las doncellas obtienen todo lo que desean el amor de un buen caballero y una vida tranquila, rodeadas de hijos con melodiosas voces, rosadas mejillas y rubios caireles; eso claro debía ser el sueño máximo de una humana y ¿mis deseos? ¿Es que tener cualidades distintas me alejaban del mundo en el que vivía? Moví la cabeza con brusquedad para disipar aquellas ideas de mi mente, antes de darme cuenta el hacha yacía en mis manos, al fin librada de la madera y oscilante, había salido tal cual cuchillo en la mantequilla. Poca gente era la que se adentraba al bosque, pocas eran las veces que llegaban a verme.